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Sebastián Arabia: «Nadie debería tener que verse obligado a demostrar su inocencia»

Entrevista al director Sebastián Arabia, quien presenta su nueva película documental "Gonzalo Boye, el enemigo público", que se estrenará el próximo 04 de octubre en las prestigiosass plataformas Filmin y FilminCat   .

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Sebastián Arabia durante el rodaje  // Elena Levellés

September 26, 2024

Sebastián Arabia presenta su última película documental “Gonzalo Boye, el enemigo público”, segunda parte del también documental “Boye” (2016), que se estrenará en exclusiva en las prestigiosas plataformas Filmin y FilminCat. Publicamos en Indie Cinema Blog esta entrevista extendida al director madrileño, perteneciente al pressbook de la película.  

Han pasado 8 años desde que estrenaste la primera película sobre Gonzalo Boye, ¿por qué decidiste hacer esta segunda parte? 

Había seguido la trayectoria de Boye y cuando asumió la defensa de Carles Puigdemont y otros lideres independentistas mi interés se agudizó. Era un proceso prácticamente inédito. Era algo histórico y nadie sabía muy bien lo que iba a suceder. Sobre todo, cuando Boye comenzó a cosechar éxitos en Europa. Era un contraste enorme con respecto a lo que estaba pasando en España. Pero la posibilidad de hacer esta película surgió cuando cuando imputaron al propio Boye por blanqueo de capitales. 
 

¿Por qué ese hecho fue tan definitorio? 

Porque hasta entonces, en mayor o menor medida, hubiese sido una historia sobre el independentismo catalán. Y no es que no me interesase, me interesaba. Pero al igual que con la primera película, lo que realmente llamaba mi atención era el personaje en sí mismo. Boye volvía a enfrentarse a una acusación penal muy grave y ahí es donde, para mí, nacía el conflicto. Sobre todo, cuando el propio Boye afirmaba ser víctima de lawfare, como consecuencia de ser el abogado de Carles Puigdemont. 

Es cierto que entre ambas películas existe esa similitud. Gonzalo Boye fue condenado en los años noventa por participar en el secuestro de Emiliano Revilla y ahora está imputado por blanqueo. ¿La historia se repite? 

Yo no diría que la historia se repita. Las diferencias entre ambas situaciones son notables. Aunque comprendo esa impresión de similitud y la película no la niega. De hecho, tanto en los noventa como ahora, la gran prueba de cargo contra Boye es la declaración de otro imputado. En su momento fue un hombre llamado Ramiro Silva y hoy, es un hombre llamado Manuel Puentes Saavedra. Es más, en esta segunda parte se aporta un dato muy revelador sobre su condena. Un dato que reforzaría mucho la defensa de Boye sobre su inocencia y la posibilidad de que hubiese sido no ya condenado injustamente, sino que directamente le habrían fabricado la causa porque, más o menos, pasaba por ahí. 

¿Cuáles dirías que son las diferencias entre la primera película y esta segunda? 

Creo que la primera parte era el retrato de un hombre a través de su historia. Una vida sorprendente, complicada y emocionante. Además, Boye no era tan conocido como lo es ahora, por lo que la película tenía ese atractivo para el espectador de ir descubriendo a un personaje que, como mínimo, no dejaba indiferente a nadie. Por supuesto que existe el capítulo sobre su condena, creo que es un suceso muy importante de su vida, pero en la película también refleja como supera esa circunstancia. Por el contrario, en esta segunda parte, nos centramos en un capítulo muy concreto, que es su defensa como abogado de Carles Puigdemont y todo lo que logra, en contraste con su imputación. Es más, es un capítulo que sigue abierto, porque está sucediendo ahora mismo. A tiempo real. Esta historia continúa desarrollándose. 
 

Tanto en la primera como en la segunda película, solo está la entrevista con Gonzalo Boye. ¿Por qué no participa nadie más? 

Lo habitual seria entrevistar a veinte personas sobre Gonzalo Boye y meterlas a todas ellas en la película. Eso, más o menos, sería la confección de un perfil. Con la primera parte, ya me criticaron por no incluir una multiversión sobre el personaje o una entrevista por mi parte que fuera conflictiva o agresiva. Pero es que existe una enorme diferencia entre como uno se ve asimismo y como le ven los demás. Son dos marcos totalmente diferentes. Son universos diferentes.  
 

¿Y la ecuanimidad? 

Si mañana Núñez Feijoo afirmara que los fantasmas existen, la ecuanimidad diría que el PP y el PSOE no están de acuerdo sobre la existencia de los fantasmas. Y aunque, como decía antes, no me interesa hacer una especie de perfil o ser el árbitro entre dos versiones de los hechos, ¿está Gonzalo Boye en igualdad de condiciones? Me refiero a que no solo ha sido acusado y va a ser procesado por la Audiencia Nacional, sino que, además, se han dado infinidad de noticias que ya le sentenciaban basándose en las filtraciones de un proceso que ni siquiera se había completado. Se han publicado las declaraciones de Saavedra como si fuera la prueba irrefutable de su culpabilidad, sin ni siquiera identificarle como un imputado en la causa. Se refieren a él como “el denunciante” o “la fuente”. Tienes a la maquinaria judicial y a la maquina mediática funcionando a pleno rendimiento y ni siquiera se ha celebrado un juicio. Y al otro lado tenemos a un particular. A Boye. ¿Podríamos afirmar que en esta historia hay algo de ecuanimidad? Hay términos que han sido redefinidos, cuando se habla de ecuanimidad u objetividad lo que realmente se pide es neutralidad.  

Dar todo por valido, sin ningún tipo de contexto ni espíritu crítico. Una simple descripción de las cosas totalmente carente de verdad. Además, la película no niega las acusaciones contra Boye, se plasman con mucha más intensidad y profundidad que cualquiera de los medios que han publicado sobre esto. Es más, se podría decir que yo mismo cometo una injusticia con Boye en la película, que es confrontarlo directamente con el escrito de acusación. 
 

¿Por qué es injusto? 

Porque nadie debería tener que verse obligado a demostrar su inocencia. Ni en una película, ni en ningún sitio. Aunque es un principio que ya hemos derogado de facto, Boye debería gozar de la presunción de inocencia como base fundamental y no todo lo contrario. Esto es importante porque el hecho de no entrevistar a nadie más en la película, como comentábamos antes, no significa que no exista un antagonista. La propia concepción de la película y yo mismo como director somos el antagonista. Mi planteamiento, es decir: "Oiga, usted está acusado por este delito. Defiéndase. Demuestre su inocencia". Es algo muy injusto por mi parte. En la película se plasman las declaraciones contra Gonzalo Boye y el escrito de acusación de la fiscalía. Además de esto, le pido que lea extractos del escrito de acusación y los refute. (Se rie) Es una aberración. Si yo te pido que demuestres que no has cometido un delito, automáticamente nacerá a tu alrededor un halo de sospecha, y, al mismo tiempo, no podrás demostrar tu inocencia. Por que es imposible. Es una perversión. Y luego hay otra cosa que debemos tener en cuenta y es que, desde hace ya mucho tiempo, un escrito de acusación se convierte para muchos medios de comunicación en el borrador de una futura sentencia. Es suficiente para titulares como: "Gonzalo Boye investigado por blanquear dinero del narcotráfico". Si los buscas, no te costará encontrarlos. 

Supongo que muchos exigirían más. Una entrevista agresiva, la declaración sentenciadora de alguien o cualquier otra hipérbole. Teatrillos en los que encontrar una verdad plastificada y al gusto. Como si esto fuera un supermercado. Aquí no vendemos eso. 
 

¿A qué te refieres con lo de la entrevista agresiva? 

Entrevistas conflictivas, agresivas o, en otros casos, lo que algunos llaman entrevistas adversariales. Con este tipo de entrevistas se consigue poco y en muchas ocasiones, no es más que una apariencia de confrontación por parte de quien hace la entrevista. Pero solo es eso, una apariencia. ¿Quieres conseguir que el personaje se revele? Déjale hablar, alarga la entrevista y escucha. 

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Un momento del rodaje  // Elena Lavellés

¿Pero no crees que en esta película la historia del personaje se impone al propio personaje? 

Creo que es más complejo, aun así, es cierto que la película ha ido cambiando en este sentido. Gustavo Ducasse hizo un trabajo enorme de guion en base a una idea que, en el propio rodaje, comenzó a cambiar y cuando inicie el montaje este cambio fue aún más radical. 
 

¿Se podría decir que tomas partido por Gonzalo Boye? 

Esto no es un partido de futbol, ni yo soy amigo o portavoz de Boye. Si me decanto por algo, es por los hechos. Este no es un conflicto entre un relato y un contra relato. Existe una acusación del fiscal y un procesamiento. Ante eso, Boye no se presenta con un relato más o menos creíble para rebatir esta acusación. Se presenta con pruebas. Algunas de ellas, pruebas científicas. Si yo me pongo en la premisa de “demuestre usted su inocencia”, aún con lo perverso que esto puede llegar a ser, lo que yo no puedo hacer es obviar esas pruebas. Sobre todo, cuando ponen en cuestión la piedra angular de la acusación, que es la declaración de Manuel Puentes Saavedra.  
 

Boye afirma en la película que la declaración de Manuel Puentes Saavedra es un montaje

Saavedra, que está imputado por narcotráfico, hace dos declaraciones. En la primera no hay ninguna mención ni remotamente cercana a la persona de Boye. Meses después pide declarar voluntariamente otra vez y, de repente, Boye es el cerebro de una operación para blanquear dinero del narcotráfico. Y aunque Saavedra estaba imputado por otro delito de narcotráfico y, además, existen pruebas de que presuntamente podría haber ordenado un asesinato, sale en libertad con el visto bueno de la fiscalía. Las pruebas que presenta Boye desmontan el relato de Saavedra. Porque lo de Saavedra es eso, un relato. Nada más. 
 

Me gustaría pensar que no corro el riesgo de ir a prisión por una simple declaración en mi contra. Me gustaría pensar que las acusaciones de un imputado en la causa contra otra persona, se considerarán como una prueba tan endeble como cuestionable.  
 

¿No existen más indicios? 

La causa contra Boye era una pieza separada de lo que se llamó Operación Mito. Una operación enorme con decenas de imputados entre los que se encuentra Sito Miñanco. En una etapa del montaje de la película comencé a profundizar más en esta operación, con el objetivo de intentar entender mejor los motivos de la acusación contra Boye.  Fue todo en vano. Lo que hay es la declaración de Saavedra. Si quitas esta declaración, todo lo demás se queda en nada. Y si hablamos de más indicios, existen cinco sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, con la conformidad del SEPBLAC y la Abogacía del Estado, que contradicen de plano las acusaciones contra Boye. Es decir, nos encontramos con unos mismos hechos que van a ser juzgados dos veces y con interpretaciones radicalmente diferentes. ¿Como es esto posible? Un tribunal contradice al otro. Y me pregunto, ¿si la declaración de Saavedra fue tan importante y gozó de tan amplia cobertura, por que todos estos hechos no han tenido el mismo espacio? Una cuestión más a tener en cuenta cuando hablamos del principio de ecuanimidad. 
 

El documental dedica mucho metraje a la defensa jurídica de Puigdemont que lleva a cabo Gonzalo Boye

Leia y escuchaba que iban a por Boye por ser el abogado de Puigdemont. Para mí no terminaba de ser suficiente. Estaba claro que había medios que no habían perdido la oportunidad de atacarle por otras causas que había liderado y Puigdemont era más o menos el diablo en persona, así que entendía los ataques. Pero, como digo, no era suficiente. Fue entonces cuando me pregunté si la clave estaba en ser simplemente el abogado de Puigdemont o el éxito que Boye había logrado como abogado de Puigdemont. Y fue entonces cuando decidí que esta historia debía estar mucho más presente en la película. Boye afirma que su imputación es una represalia por su defensa de los lideres independentistas. Bien, veamos que ha conseguido en esa defensa. 
 

¿Y dirías que ha sido un éxito? 

El Tribunal Supremo lleva siete años intentando extraditar a Puigdemont y otros excensellers por delitos tan graves como la sedición. Y debemos recordar que han sido hasta tres las órdenes de detención y entrega las que se han cursado. Ningún tribunal europeo ha reconocido estas acusaciones y han denegado las extradiciones. Llarena agitaba la sentencia del procés como una especie de prueba irrefutable para conseguir la extradición. No sirvió para nada. Y quiero recordar que en el juicio al procés, no solo hubo condenas de más de diez años, es que el fiscal Zaragoza se plantó en el juicio acusando a los imputados de haber cometido un golpe de estado. Lo intentaron en Bélgica, lo intentaron en Alemania, lo intentaron en Italia, lo intentaron en Reino Unido y el fracaso ha sido estrepitoso. 

Pero lo más importante, es que estos tribunales europeos no solo no reconocen los delitos que Llarena imputa a Puigdemont y los excensellers, es que ha puesto en duda que en España puedan tener un juicio justo y con las debidas garantías. Es demoledor. Y no contento con estos resultados, Llarena se va al Tribunal Europeo en busca de una cuarta euroorden. ¿Qué es lo que consigue? Consigue que el tribunal reconozca lo que se llama Grupo Objetivamente Identificable de Personas. Algo que podríamos traducir como la Minoría Nacional Catalana. Toda la acusación se ha desmoronado y ahora Llarena está intentando enjuiciar a Puigdemont por un delito de malversación, que es prácticamente lo único que le queda. Y esto es un brevísimo resumen de todo lo que ha acontecido. No sé, a lo mejor ahora también tenemos que redefinir el significado de lo que es un éxito. En cualquier caso, quería que el público tuviera la oportunidad de valorar en profundidad todo lo que había significado este proceso. 

Esto supera a la figura de Gonzalo Boye o Carles Puigdemont, desde Europa nos han enviado un retrato muy feo de cómo somos como país. ¿No debería esto invitarnos como a una mínima reflexión? Un debate sobre lo que hemos hecho y cómo funciona nuestro sistema judicial. No nos planteamos estas cuestiones. Lo que hemos hecho es decidir que todos los demás se equivocan. Todos se equivocan. Un país que no se hace estas preguntas y reflexiones en busca de respuestas que nos permitan ser mejores, está condenado al fracaso. 
 

Con respecto a esto, hubo un indulto del Gobierno a los condenados y el Congreso aprobó la Ley de Amnistía. ¿No es este un resorte del sistema que corregiría la situación? 

No debería serlo. Yo creo que más allá de todas las negociaciones políticas, intereses partidistas y etcétera, había algo que era imposible de defender. ¿Cómo mantengo yo a personas encarceladas y otras muchas en procesos judiciales abiertos, por unos delitos que el resto de los tribunales europeos no reconocen? Cuando ya no solo se niegan estos delitos, sino que ponen en cuestión a la justicia española. Es insostenible. 

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Un momento del rodaje // Elena Lavellés 

Obviamente es una película que no esta falta de polémica y tensión, ¿cómo has vivido el proceso? 

Diría que ha sido muy desagradable. O que, por lo menos, han existido episodios muy desagradables. Ha sido un camino lleno de acusaciones, zancadillas y alguna que otra cosa un tanto más grave. No es una película precisamente útil para promocionarse (Risas). Pero no ha sido una sorpresa. Sabía que sería difícil. Quizá lo más triste ha sido comprobarlo. Pero yo soy el director y productor de la cinta, me corresponde a mi asumir esto y punto. No quiero hacer una lista de agravios. No me interesa. Quizá lo que realmente me ha dolido mucho ha sido el hecho de que algunos miembros del equipo hayan tenido algún que otro problema por participar en esta película. Pero jamás he oído una sola queja. Siempre han estado ahí y siempre se lo agradeceré. 

Con este documental he hecho la película que he podido y no la que quería. Esto no quiere decir que no la defienda o que no me sienta orgulloso de ella, pero, para que me entiendas, por lo menos en dos ocasiones la situación se complicó tanto que habría sido motivo suficiente como para parar la producción. Retrasarla o incluso cancelarla. Así de feas se pusieron las cosas. 

¿Y por qué continuar? 

Tantas presiones y demás... me di cuenta de que la película estaba sufriendo, por lo menos en parte, lo que contaba. Así que mi planteamiento fue: ¿no queréis que la película se estrene?, pues la película se va a estrenar. Aún con todo lo accidentado que ha sido. Creo que el simple hecho de estrenarla, ya tiene un valor. Y de los sacrificios que ha implicado, pues uno de ellos ha sido el hacer la película que he podido y no la que quería.   

En esta película Boye defiende a los lideres de un partido conservador como es Junts. ¿Hay un cambio ideológico por tu parte o por parte del propio Gonzalo Boye? 

En algún momento de la película se plantea esto, pero la verdad es que me importaba muy poco la ideología a la que pertenecieran los defendidos de Boye. Y creo que el mismo Boye hizo un esfuerzo durante el rodaje para aclarar que él, ante todo, era abogado y que por ser abogado estaba sufriendo las consecuencias. Así que me fue muy fácil pasar de tema. No me interesaba. La película no va de eso. Me interesaba la lucha, una vez más, de Boye y el estado español. Y lo que se revelaba sobre nuestro país a partir de ese conflicto. Es imposible contar la historia de Boye sin contar gran parte de la historia de nuestra democracia.  

Dicho esto, creo que viene a ser un error interpretar el independentismo catalán con un eje de izquierdas y derechas. Sintetizando un poco, el referéndum de autodeterminación lo llevaron a cabo Junts, Esquerra Republicana y las CUP. Una república independiente, bien. Pero no creo que la republica de Puigdemont y la de Junqueras fuera la misma. Ambas legitimas, pero me imagino las diferencias. Y las diferencias se han agudizado cada vez más a lo largo de estos años y se ha notado. Sin ir más lejos, Esquerra Republicana, especialmente Gabriel Rufián, ha aventurado que Junts terminará pactando con PP y Vox para, incluso, convertir a Feijóo presidente. Dicho esto, la confrontación no fue del PP y Vox contra el independentismo. El PSOE presentó batalla y bandera. El propio presidente Sánchez, entre otras cosas, prometió la extradición de Puigdemont. Hay lideres socialistas que han utilizado esto para su propia popularidad y, con un volumen más bajo, hubo sectores de la izquierda española que repudio el procés. Esto es mucho más complejo. En cualquier caso, me imagino que muchos interpretaran esta película en clave de partido. Así que no haré muchos amigos (Risas). 

¿Como crees que es el marco político actual? 

El marco político cambia cada 15 minutos. Así que no es marco de nada. Vivimos en una constante hipérbole. Un constante punto de giro. Con unas izquierdas desorientadas y peleadas entre sí que, de vez en cuando, hacen un alto para describirle a la ciudadanía el agua en el que se está ahogando. Una izquierda transformadora que se ha visto enbutida en la institución. Una social democracia que intenta mantener ese pacto entre el capital y el trabajo, que comenzó tras la segunda guerra mundial. Un pacto que, a mi entender, ya no existe. Se ha esfumado. Y una derecha increiblemente laxa en sus principios y que parece tener pocos problemas para abrazar a una extrema derecha en pleno auge. Es el escenario perfecto para la extrema derecha internacional. Así que espera cualquier cosa. Sobre todo, cuando Trump llegue a la Casa Blanca. 

No obstante, desde el 15M, han existido autenticos terromotos políticos y movimientos sociales.

Yo diría que desde antes. Sería largo de exponer. Y por supuesto que han existido cambios. ¿Quieres un movimiento realmente transformador? El feminismo. Esa es la verdadera fuerza motriz. Si esto no funciona, seguramente nada funcione. 

¿Cuál fue tu opinión sobre el referéndum? 

Yo siempre he creído que España es una nación de naciones. No por un deseo, un anhelo o un sentimiento identitario. He nacido y vivido en Madrid, soy hijo de argentinos y es extraño en mi familia encontrar dos generaciones en el mismo país. Me pilla un poco de lejos, pero tan solo hay que hacer un ejercicio: conocer España. Conocer Cataluña, conocer Euskadi y etcétera. Es un hecho. Nos guste o no. Y no va a desaparecer. Tenemos lenguas cooficiales, la propia Constitución reconoce la identidad nacional y si analizas un poco el significado de lo que son la Comunicades Autónomas, igual encuentras alguna que otra pista más. Y todo esto sin hacer una lectura histórica.  

Lo que me extrañaría mucho es que no existieran movimientos independentistas. Lo contrario me parece lo más natural. Es cierto que conozco mucho más Euskadi y su historia que la de Cataluña. En cualquier caso, lo que yo no terminaba de comprender en su momento, era a donde quería llegar el independentismo. Me refiero a los partidos y sus lideres. Mi impresión es que concluyeron que, si tenían una mayoría a favor del derecho a decidir, tendrán el derecho a decidir. Es decir, tengo la legitimidad democrática como argumento incontestable a la hora de confrontar con el Estado español. El problema es que esa confrontación la estás haciendo con lo que llamamos el Aparato del Estado y su poder es rotundo. No van a tener ningún tipo de reticencia o reserva. Creo que lo han demostrado con creces. Aunque no creo que ese sea el camino, también es cierto que ha sucedido y eso tiene un valor. Me refiero a que no es tan importante que fuera un referéndum valido o no valido, legal o ilegal. Lo importante es que sucedió. Hubo una convocatoria para votar y hubo gente que fue a votar. Eso es algo muy potente

 

En ambas películas, Boye habla directamente a cámara, y a ti no se te ve y apenas se te escucha. 

Forma parte de lo que hablábamos antes. Lo que intento es generar una conversación entre Boye y el espectador. Para lograr esto, Boye mira a cámara, pero lo que realmente está haciendo, es mirar directamente al espectador. De esta manera, el espectador pasa de ser un sujeto pasivo a ser sujeto activo. Es interpelado por Boye y su relato. Viene a ser una técnica un tanto complicada de llevar a cabo, pero creo que realmente funciona. Por supuesto, no la he ideado yo, ni otra mucha gente que hoy en día está utilizando este recurso. Es obra de uno de los cineastas más importantes de la historia del cine. Se llama Errol Morris y comenzó a trabajar en esta técnica con una tesis que prácticamente era antropológica. Un genio. 

Es curioso, porque viendo el material de prensa es raro encontrar alguna apreciación o valoración tuya sobre Gonzalo Boye 

Es una decisión que tome con la primera parte en 2016. A lo mejor es una norma un tanto arbitraria. Pero decidí que fuera así entonces y he continuado con la misma dinámica ahora. Creo que es mejor para las dos películas. Seguramente si Boye fuera un líder político, un presidente o cualquier otra cosa similar, sería más activo en este sentido. 

Ya son dos películas, ¿cómo ha sido vuestra relación? 

Diría que cordial. Boye puede ser una persona muy cercana y con mucho sentido del humor. Alguien extrovertido. Lo que sucede es que yo me esfuerzo, por lo menos durante la producción, en mantener una distancia. Me facilita el trabajo.  

¿Para cómo enfocar la entrevista? 

Para como enfoco todo. La película entera. Como siempre digo, debes estar dispuesto a pasar, incluso, por idiota, si crees que eso te va a dar lo que quieres.  

Gonzalo Boye es una figura mediática y esta historia tiene una gran trascendencia. ¿Te deja esto en un segundo plano? ¿Como lleva esto el ego de un director? 

La verdad es que mi ego está bien, gracias. (Risas). Quizá suceda esto que dices, no lo sé. Pero sinceramente, prefiero que la película hable por sí misma. Como decíamos antes, en la propia narrativa intento que haya un encuentro entre Boye y el espectador, eliminándome de alguna manera como director o entrevistador. Quizá lo haya conseguido. 

Hace ocho años que no estrenabas película. ¿Fue una retirada y esto un regreso? ¿Hay próximo proyecto? 

He seguido trabajando en el sector, pero si es verdad que había dejado el cine en un cajón. Creo que desde que comencé en esto, vivo en una constante retirada y regreso (Risas). ¿Próximo proyecto? No lo sé. Veremos que caminos me encuentro al andar. 

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